El grito se escucho por dentro de la casa.
-¡Es mi hermano!, dijo Luis con preocupación.
Rápidamente Luis y los dos oficiales se dirigieron a la puerta, estaba cerrada con llave.
-¡Carajo! Exclamo Carlos.
-¿Qué hacemos ahora?. pregunto Luis.
-Apártate muchacho, le dijo el compañero de Jorge.
Luis se hizo a un lado y el oficial que acompañaba a Carlos como si fuera un ariete de asedio tumbo la puerta.
-¡Ayuda!, grito de nuevo Jorge, se oía venir de la cocina.
Luis
se precipito hacia la dirección de este, pero Carlos lo detuvo y le
hizo seña de quedarse ahí. Jorge se encontraba ciertamente en un apuro,
Ricardo había llegado y estando en fuera de juicio decidió simplemente
atacarlo, había regresado con la camisa ensangrentada nuevamente. Jorge
intentaba evitar a Ricardo, huía de el, había tomado como defensa los
platos de la cocina, pero ahora se encontraba indefenso.
-Morirás Jorge, morirás. ¡Los malos deben morir!
-¿Qué dices Ricardo?
-Que vas a morir, dejaras de existir y con esto Ricardo se acercaba cada vez más con su navaja que tenia en mano.
-¡Auxilio!
-Calla, nadie vendrá.
-Estas mal Ricardo...¡Deja me vivir!
-Te
he dicho, los malos deben morir... La cara de Ricardo estaba casi más
pálida que la de su victima y mostraba su sonrisa habitual.
-¿Qué te pasa?, ¿Por qué haces esto?
-Yo solo hago la justicia, me molestaron, se rieron de mi, ¿Crees que me voy a deprimir y matar me?, ¡No!
Justo
al terminar esa oración entro Carlos con su acompañante y saltaron
sobre Ricardo, este se defendió lo poco que podía, hay que aclarar que
Ricardo inspiraba miedo, pero en si seguía siendo un niño de once años,
con la fuerza de dicha edad. Aún así pudo herir ligeramente a Carlos, un
rose de la navaja sobre el brazo del oficial.
-¡Arg! Grito Ricardo, ¡Sois unos malditos!
Los
policías no respondían, tenían como prioridad detener a Ricardo de su
mala intención, objetivo que lograron. Ricardo había sido esposado por
seguridad.
-¿Estas bien?, le pregunto el compañero de Carlos a Jorge.
-Si, solo el susto.
-No, paso nada, tranquilo y sonrió ligeramente, ya paso todo.
Después se volteo con Carlos que se agarraba el brazo ensangrentado y miraba a su compañero.
-Esto dejara una marca, dijo casi riendo Carlos.
-¿Seguro que estas bien?
-Solo un rasguño.
-Un rasguño de 10 centímetros...
-No moriré, tranquilo.
Todos
salieron de la cocina, antes de salir Carlos vio la navaja de Ricardo,
vio la camisa de Ricardo la cual estaba ensangrentada. El miedo surgió,
"¡Mierda!, la herida no me matara, sera la enfermedad" pensó..."Vamos,
no todos tienen Sida o enfermedades similares" dijo a voz baja.
-¿Mande? Dijo Jorge el cual creyó que Carlos le hablaba.
-No, nada.
Los
oficiales fueron a la patrulla, sentaron a Ricardo en el asiento
trasero, Luis los había acompañado, murmuraba palabras, estaba loco.
-Ya paso todo, le dijo el oficial.
-Eso espero.
-Pronto te llamaremos para hacerte unas cuantas preguntas a ustedes y a sus padres.
-Mis padres están de viaje.
-Ah, ¿Cuándo regresan?
-Dijeron que regresaban dentro de una semana, pero que se podían atrasar.
-Bien,
mientras quédate con tu hermano e intenten pasar estos días tranquilos,
la preocupación y los sustos pueden generar enfermedades, intenten
calmarse.
-Si, gracias señor.
Con esto ya habían dado la una
de la tarde y Ricardo Phelps, había sido detenido, como era menor de
edad no podía ir a la cárcel. Como se confirmo que el pobre estaba
delirando fue metido a una terapia intensiva, en una especia de prisión
para jóvenes, en la cual el trato era más suave e intentaban más en vez
de castigar, reparar. La familia Phelps había sido avisada de la
verdad, estaban destrozados, su hijo había efectivamente asesinado
gente, pero se les dijo que la locura de su hijo podía justificar eso,
aún así un crimen, es un crimen y de este se castiga y se le intenta
reparar.
La familia Estrada siguió la vida normal, los padres de
los chicos llegaron y se les aviso también de la aventura que habían,
vivido sus hijos, se les hizo unas preguntas a los jóvenes, la mayoría
trataban de Ricardo.
Carlos siguió siendo policía, el miedo lo
había hecho hacerse estudios para probar si no estaba enfermo. Se
encontraba perfectamente sano.
Una historia que termina
bien...Eso parece, pero no todo el mundo feliz, dentro de un cuarto de
un centro de recuperación para jóvenes en la calle Dolores, esta un
joven que no habla, que dicen los demás que esta loco, este joven se
encuentra en la esquina de su cuarto el cual comparte con otro muchacho
de unos 5 años más que el...Es de noche y hace frio...En su esquina el
joven repita varias veces una oración, su compañero de cuarto esta
durmiendo, esa palabra es...
"Los malos deben morir y yo tomare venganza".
Continuará.
Para Ir al Menú de Capitulos:
→ Click Aqui ←